-Estaba prevista para el 2012, pero con los recortes se ha pospuesto.
-¿Y qué va a hacer?
-Seguir saliendo a la calle cada día y disfrutar de mi feminidad, de ser mujer. Interiormente, exteriormente y legalmente soy una mujer.
-¿Cuántos años le ha costado hablar con esta convicción?
-Hasta los 35 años, cuando me derivaron a la unidad de identidad de género del Clínic, estuve muy confundida. Me sentía mujer y al mismo tiempo me atraían las mujeres. No entendía nada, no entendía la diferencia entre identidad sexual y orientación sexual.
-¿Podría explicarla?
-Mucha gente cree que la transexualidad es como la homosexualidad y no tiene nada que ver, una cosa es la identidad de género y otra la orientación sexual. Tú no eres mujer porque te gusten los hombres, primero te sientes mujer y luego te puede gustar lo que quieras.
-¿Por qué somos mujeres?
-Porque nos sentimos mujeres. Yo desde pequeña ya me sentía identificada con las niñas.
-¿Pero existe la esencia de lo femenino? ¿Y dónde está? ¿En la vagina? ¿En el cerebro? ¿En la mirada?
-La esencia femenina se siente profundamente, pero también está en el cuerpo. Quizá para usted no, pero yo estoy atrapada en un cuerpo masculino y, cuando me miro al espejo, no me reconozco. Hay muchos tipos de mujeres transexuales, pero desgraciadamente solo se ve el que sale por la tele, el extravagante, la Veneno. La sociedad ha conducido a estas personas a ser así, pero la transexualidad es una persona ingeniera, periodista, dependienta...
-En un momento de la obra se levanta y, señalando al público, acusa: «La culpa es de ustedes».
-La gente pregunta: «¿Y tú, por qué eres así?» Encontré la respuesta en un documental sobre el Guernica. Cuando los nazis ocuparon Francia Picasso vivía en París y la Gestapo entró en su casa y le mostró una foto del Guernica: «¿Lo ha hecho usted?», le preguntaron. Él miró la foto y dijo: «No, esto lo han hecho ustedes». Pero admito que parte de la culpa es mía.
-¿Por qué?
-Tras muchos años de terapia y gracias a esta obra de teatro he llegado a conclusiones de las que antes era incapaz. Por ejemplo, que tu autoestima no puede pasar por el reconocimiento de los demás; si para quererte tienes que depender de lo que piensen de ti, estás vendida. Yo lo paso mal porque aún busco el reconocimiento de mi familia, pero no puedo estar siempre dependiendo de su reconocimiento para estar bien.
-¿Se siente señalada?
-Señalada, mirada. Cada vez menos, pero una vez a la semana tengo que oír: «¡Es un tío!» Ojalá pudiera llegar a ser invisible algún día.
-¿Qué le gustaría encontrar en la mirada de los demás?
-Cariño, sinceridad.
-¿Y qué es lo que más encuentra?
-Miedo, resentimiento y, sobre todo, soledad, pero no sé si es un reflejo de mi propio miedo, de mi resentimiento y de mi soledad.